Carlos Cruz

Una propuesta de agenda para el mundo empresarial

Carlos Cruz Director ejecutivo Consejo de Políticas de Infraestructura

Por: Carlos Cruz | Publicado: Jueves 28 de marzo de 2019 a las 04:00 hrs.
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En el seminario de Institutional Investors, que congregó a más de 1.000 personas la semana pasada en Berlín, estaban representados los principales inversionistas institucionales del mundo cuya orientación es hacia la infraestructura. Uno de los temas que se abordó fue la vigencia de la industria. La conclusión principal fue que las necesidades por más y mejor infraestructura aumentan en la medida que los países crecen y la población se vuelve más sofisticada.

Descontaminación y descongestión son problemas que se abordan principalmente desde la infraestructura. Los sistemas guiados de transporte eléctrico adquieren cada vez más importancia. La extensión de los servicios sanitarios, tratamiento de aguas servidas y de residuos domiciliarios, electrificación, comunicaciones, entre otros, requieren seguir expandiéndose.

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En esta área también surgen permanentemente nuevos desafíos, como la infraestructura espacial: la disminución de costos al recuperar los equipos que se destinan a los lanzamientos espaciales hace posible pensar en futuras misiones tripuladas a la Luna. Aunque esta es todavía una industria en su fase muy preliminar, se estima que dentro de pocos años se incorporará a la oferta de infraestructura de transporte.

En cuanto a la demanda, si bien es cierto que los países emergentes son clientes que dan menos seguridad, son potenciales demandantes de recursos institucionales para expandir su infraestructura. Hay que trabajar con ellos para convenir formas que permitan canalizar los recursos de los pensionados de diferentes naciones del mundo hacia las necesidades que enfrentan.

También es una tendencia global que los gobiernos de todos los países, sin excepción, están viendo cada vez más limitadas sus posibilidades de invertir en infraestructura por la presión sobre el gasto que representan otras demandas, como mejor educación, salud, vivienda o pensiones, entre otras. En ese sentido, el rol de las empresas pasa a ser fundamental.

No obstante, la aceptación social del rol del sector privado en esta industria involucra necesariamente un cambio en su identidad corporativa. La infraestructura es un aporte al buen desempeño de los países y es legítimo que las empresas que contribuyen en este ámbito sea remuneradas por ello. Pero habrá que hacer un esfuerzo por mayor transparencia (la opacidad llama a la desconfianza y dificulta la localización de inversiones); mayor involucramiento en los problemas ambientales, sociales y de gobernanza que enfrenta esta industria; y plena aceptación de la diversidad: en la medida que su negocio tiene que ver con la lectura del futuro, a mayor diversidad, mayor capacidad para enfrentar las incertidumbres que éste nos depara.

Por último, las comunidades han adquirido una voz relevante a la hora de debatir y definir los proyectos de inversión. Esta participación es un factor que deberán tener más en cuenta los actores sectoriales.

Dadas estas condiciones, las empresas que quieran sobrevivir en el largo plazo en esta industria, van a tener que generar condiciones de credibilidad que hasta ahora no eran necesarias.

También será un desafío dar pruebas fehacientes de que la colaboración con los gobiernos no es sólo para obtener su apoyo y lograr que se materialicen inversiones, sino que hay disposición real a escuchar sus demandas y las de los ciudadanos que representan.

Sería de gran provecho que temas de esta naturaleza fueran tratados en los foros empresariales en nuestro país.

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